Luce en la pared de su concurrido consultorio de Medellín el título de cirujano, pero el prefiere presentarse como “carpintero de la conciencia”. Para el doctor Carvajal la bioenergética es aquella medicina que deja de ver al hombre como un “fósil molecular” y comienza a observarlo como un “ser de luz”. No distingue entre medicina, conciencia y espiritualidad, pero se trata de una miopía valiente e intencionada.

Pregona en los congresos de médicos que el cuerpo y el alma están estrechamente unidos y en los seminarios atiborrados de gente que la ciencia del servicio es la ciencia más sagrada. Para este poeta, psicólogo, inventor, cirujano…, la enfermedad es el espejo en el que se mira nuestra conciencia.
Arde la arena a sólo unos metros del Palacio de Miramar. Los donostiarras disfrutan del primer y esplendoroso domingo de verano y sin embargo el salón de esa gran mansión isabelina, se encuentra también a rebosar. Desborda el verano en la perla del Cantábrico, pero el médico colombiano mantiene a cientos de personas clavadas en las sillas. El sol puede esperar.

Místico sin cueva
Jorge Carvajal Posadas emana la profundidad del sabio, la seguridad del científico, la belleza del poeta y la generosidad del hombre comprometido con su tiempo. Sin embargo más allá del cirujano que ha hollado nuevos y más amplios horizontes de terapias, del conferencista que llena aforos en Europa y América a su paso, más allá del poeta viajero que va dejando aquí y allá una bella mirada del mundo, del observador de una realidad tan lacerante como esperanzada, Jorge Carvajal es un místico de nuestros días. Su palabra resuena en la más interna geografía. Por eso la gente deja la playa, el sol y el agua…, saben que sus discursos van directos al alma, en constante exhortación a la búsqueda del centro.
Nuestro interlocutor es un místico sin cueva, de los que se plantan en medio del asfalto, aún a riesgo de retumbar preguntas sin respuesta: “¿Qué puede pasar con la gota de agua congelada en el Ártico…” El piensa que le seguimos, pero se nos escurre su gota tocada de eternidad.
El investigador colombiano va sembrando ciencia y conciencia a partes iguales. Sus estudios sobre nuevas medicinas dan la vuelta al mundo entero, pero antes que nada es hombre con inmensa fe en el hombre: “Las oscuras cavernas fueron necesarias para que la humanidad naciera, pero en la nueva cultura, la humanidad ascenderá la montaña de la iniciación”.

Aromar la Tierra
Esa apuesta tan vital le empuja a amar con pasión su país. Anima a visitar el mágico realismo de su geografía. El médico de Medellín se crece en medio de una tensión, de una turbulencia que le presenta diariamente reto de equilibrio y serenidad. Las víctimas de los atentados saben también de su cirugía, de sus resonancias, de sus colores, de su acupuntura, de su homeopatía…, pues Carvajal toma lo mejor de todos los territorios terapéuticos y los individualiza en cada paciente. Colombia desafía continuamente a este hombre que no conoce los límites de la entrega: “Somos flores, nuestro cometido es aromar la tierra”.
Viene de la geografía más convulsa del planeta y sin embargo su presencia es todo paz. No es fácil ubicar al doctor Carvajal. Lo podemos encontrar en congresos especializados, siempre intentando ampliar los márgenes de la ortodoxia, revelando las claves de la bionenergía, la medicina con la que se le identifica, o de la terapia láser, uno de los métodos que le caracterizan… Lo podemos ver con sus colegas galenos, defendiendo la necesidad de abordar el tema de la salud desde más allá del cuerpo, invitando a “rescatar” el alma del paciente, abundando en la ciencia que el denomina de la sintergética, o ciencia de la síntesis. Le podemos ver también en multitudinarios aforos compartiendo con gentes sencillas su intenso “sabor de la vida” (sabiduría) en charlas salpicadas de fina y profunda poesía. Le podemos ver en sus seminarios en Barcelona, Mallorca, Madrid y San Sebastián, pues su gente y seguidores no le perdona menos de dos visitas al año.
Entre conferencia y conferencia logramos secuestrarlo. Nos lo llevamos al jardín del palacio. Verde, cielo y mar inmenso parece que colmaran de nuevo la inspiración de este hombre, por lo demás, amable y solícito. La paz que pregona y emana, le posibilita también ubicación perfecta. Apenas toma respiro entre el discurso del salón y la entrevista a orillas del Cantábrico. No hay fractura entre las palabras de dentro y fuera del palacio, al igual que no hay salto entre las diferentes ciencias y terapias que transita. Sabe por donde se anda, conoce su discurso, pero no recita; responde con una rapidez no exenta de fuerza y convicción. El tiempo es breve y sus palabras son precisas, “quirúrgicamente” lanzadas y ubicadas. No en vano tiene ya “operadas” muchas almas.

¿Cuál es la medicina del futuro?
Más y mejores técnicas sí, pero con la magia viva del sentir. Afrontar la enfermedad y el dolor sí, pero sin perder de vista el sentido del vivir. Talvez tendremos menos hospitales y más trabajo ambulatorio, menos cirugías y más educación, menos medicamentos y más bebidas caseras, menos vitaminas y más alimentos de buena calidad.

¿Una medicina más humana?
Algo así. Apostamos por una ciencia con alma, una disciplina que no mate la fe y la esperanza. Una propuesta para que cada quien rescate el poder de gestionar su propia salud, para que nacer y morir no sean los límites infranqueables de la vida y vivir se convierta en el arte original de ser. Un movimiento hacia la participación, un cese de la conspiración que ha dejado marginado al hombre de la responsabilidad sobre su propia vida; un rescatar la indivisible integridad del ser humano.

¿Más “cariños” y menos ciencia?
El paradigma dominante en el mundo ha sido el de la ciencia, pero la ciencia se convirtió en una nueva religión, en el único código de lectura aceptado. Hemos de salir del fundamentalismo científico, así como antes salimos del fundamentalismo religioso. El paradigma de la ciencia puede ser interpretado desde un código de lectura más incluyente, generando una ciencia con conciencia.

¿Bisturí para el cuerpo o para el alma?
Es imposible acceder al ser humano olvidando la esencia del ser humano que es la “psique”, que es el alma. No se trata de dejarle la psicología a los psicólogos, a los psiquiatras, es demasiado importante para dejarla sólo en manos de los especialistas. Tenemos que rescatar la psicología para la vida cotidiana.

¿Qué enferma primero?
Desde 1950, los estudios médicos demuestran que el patrón de la personalidad incide sobre la enfermedad de una manera contundente, sobre los factores de riesgo para enfermar de una u otra cosa y se empiezan a estudiar los patrones de personalidad.

¿Rescatar el alma con qué objetivo…?
Se trata de ver como un sentimiento de hostilidad genera úlceras, genera enfermedad acidopéptica, genera hipertensión arterial, aumenta el riesgo de infarto, aumenta la liberación de noradrenalina, aumenta el consumo de oxígeno, te mete en un régimen de economía energética pésimo donde hay un gran desgaste, y una gran fricción, impide la respuesta de relajación, te impide tener paz interior a pesar de que tengas todas las razones del mundo para tenerla. Si nosotros como médicos no tenemos paz interior, si no somos capaces de la respuesta de relajación, no podemos reconocer la necesidad en otros. La primera necesidad de un paciente es paz.

Paz a cambio de aspirinas…, ¡va a hundir a las farmacéuticas!
Sin paz ninguna de las cosas que haga tiene sentido. Es el dígito en una gran cifra. Todas las acciones son ceros y sin el dígito de la paz nada vale la pena, ni tu dinero, ni tu posición, ni tu prestigio... Pero si tienes paz interior, todo lo demás se vuelve valioso.

De tanto abuso gastamos las palabras… ¿Qué es paz interior?

Es respuesta de relajación: que te baje el consumo de oxígeno, que te baje el nivel de noradrenalina, que te interiorices, que reflexiones, que compartas. Es muy sencillo: cuando hay paz interior, tu aquietas el tallo cerebral, el cerebro reptil. No tienes que atacar o huir, no tienes que morder a tu papá todo el día, o toda la noche haciendo bruxismo, sino que puedes comprenderlo, puedes ponerte en sus zapatos. Muchas hipertensiones esenciales vienen de ahí.

¿Somos algo más que una prisión molecular?
Cuando pensamos, cuando comemos, cuando soñamos, aunque creamos que estamos sólo en el cuerpo, estamos en lugares distintos. La mente que recorre por nuestro cerebro, no está en el cerebro, ni nace en él. Tampoco muere con él. Así como el agua no nace de la nube o del océano y es materia prima del hielo de la Antártida, del mar Caribe y de las impredecibles nubes, así la mente no es el cerebro, ni los pensamientos, ni las ideas, sino la misma intangible sustancia de la que todas las cosas están hechas: el Verbo. Al principio era el campo cuántico o campo unificado de la conciencia, un infinito potencial que el sonido hizo desplegar en el orden explícito de la creación.

¿Dónde nace tanto entusiasmo suyo por la vida?
Ser humano es un vivir asombrados y conmovidos, el milagro de inventarnos todos los instantes, el milagro de ser conscientes de respirar, el logro trascendental de ser conscientes de la conciencia. La ciencia sublime de sentir que estamos vivos cuando sentimos que la vida que anima flores y trinos es la misma que habita en nosotros. Ser humanos es cantar con la tierra la amorosa canción del regreso.

¿El tan mentado “volver al aquí y ahora”?

Exactamente. Los procesos de expansión de conciencia o de iniciación, ocurren hoy en el ritual de la vida cotidiana. Si ni siquiera escucho al hijo que está al lado, si me quemo la lengua por la mañana y el chocolate no me sabe a chocolate por estar pensando en la cuenta o el transporte o la hora de llegada… Si yo no vivo en el instante del presente ¿cómo pedirle a la vida que me de una responsabilidad del infinito?

¿No hay huída en ese “retorno a nosotros mismos”?
Todo puede ser refugio o morada. Si nos lleva a una mayor comprensión y libertad es morada del alma. Si nos lleva a una mayor dependencia y esclavitud es un refugio. De la misma forma, podemos hacer del cuerpo un templo de la conciencia o un simple refugio para escaparnos de la inclemencia. También todos los lugares pueden ser habilitados como refugios o como instrumentos del alma: las iglesias, las ciencias, el conocimiento, los sitios sagrados y los profanos, serán lugares para afrontarnos o para escondernos.

Dentro del palacio invitaba a la gente a jugar al arco…

Cuando empiezas a conocerte, sabes que tú eres el arco y eres la flecha, pero sobre todo tú eres el blanco. Cuando das en el blanco de tu propio centro, cuando ya no tienes los blancos en el placer, el poder, la recompensa, cuando el arquero no tiene sino el blanco de su corazón, en ese momento siempre da en el blanco. Das en el blanco cuando descubres esa ciencia interior que viene desde el centro y el centro es el liberador de la ilusión.

¿Sanar al hombre es también sanar la Tierra?
Así es. Todo en la tierra se acelera porque el hombre está en ella. La destrucción y la creación se vuelven en el hombre como una impetuosa corriente. Tenemos la terrible o gloriosa facultad de destruir o crear. Somos enzimas de la tierra, catalizadores de la evolución.

¿Propuesta de una nueva ecología?
Efectivamente. Llegó el tiempo de rescatar lo más sagrado de la vida: su interdependiente unicidad. Es la hora de una nueva ecología, la de la tierra viva, la de la gran cadena de la vida en la que la corriente del ser se diversifica revelando su armoniosa integridad. Cada uno de nosotros es parte del proyecto. Toda la basura que vemos es producto de nuestro propio corazón; allí nacieron las guerras, allí puede germinar la paz.

¿Estamos cerca del vergel o del desierto?
Toda la creación está a nuestra disposición para oprimir o para liberar; para sembrar la muerte y desertificar, o para sembrar la vida y cosechar. El hombre acelera todas las vibraciones para unirlas en la gran alquimia de la vida. Todas las semillas latentes pueden florecer. Todas las cosechas evolutivas de la tierra pueden echarse a perder. Nuestra naturaleza es la de ser co-creadores.

¿Espera buena cosecha?
Por supuesto, pero para ello es preciso observar la parábola del sembrador. Es necesario mirar la cosecha que la vida nos ha legado con reverencia y amor, de lo contrario las semillas morirán en los bolsillos del egoísmo y lo que la naturaleza ha construido por siglos y siglos morirá en nuestra inconsecuencia.

Vd. pregona que “muy hermosas esculturas duermen en nuestras manos…”
¡Tanta vida se puede dar con la mirada, tanta esperanza se puede germinar con una sola palabra, tanto amor implícito hay en el humano potencial, que sólo es preciso abrir las compuertas del ser para dejarlo correr! ¿Cuantas creaciones esperan la magia de un aliento sagrado? ¿Cuantos sueños esperan la vibración de una voz para despertar?

¿Es difícil levantar este estandarte de esperanza y de vida en el ámbito en que te desenvuelves?

La nueva conciencia surge en vórtices de una sensibilidad extrema o caóticos. En la piel sensible de las heridas personales y sociales es mucho más fácil sembrar la semilla de un nuevo orden emergente.
Me encanta Colombia. Es el mejor país del mundo, precisamente porque estamos en caos y en el seno de un vórtice caótico. Si tu puedes mantenerte en el ojo del huracán vas a poder tener un nivel de acción y respuesta más significativo.
La tensión es creativa. La violencia es al fin y al cabo energía. Nuestros temores, nuestros sentimientos son energía. No son en principio ni buenos, ni malos, depende sólo de la dirección que les demos. Cuando en el centro del caos estamos dispuestos a escuchar, podemos emerger a un nuevo orden y cultura. Cambiar nuestro punto de observación del mundo, cambiar nuestra actitud es ya transformar el mundo desde adentro.

Apura raudo sus últimas preguntas, pues le aguarda el auditorio del palacio. Sobre el jardín que se asoma a la bahía de la Concha revoltean las últimas palabras que viene de regalarnos el cirujano de almas y que apagan la grabadora: “Nos sanamos cada vez que reconocemos en todos los eventos un maestro; cada vez que antes de afirmar o negar, estamos dispuestos a aprender; cada vez que podemos ver aún en las cosas más oscuras, una evidencia de los infinitos métodos del Creador. En el surco de mi paz siembro la semilla del amor y florezco a la libertad”. ¡Gracias por la siembra señor doctor!






Libros publicados por Jorge Carvajal:
“Contextos de Sintergética”, “Láser y Sintergética”, “Por los caminos de la Bioenergética”, “Por los Senderos del Alma” son textos donde a través de su visión de síntesis y su experiencia de más de 25 años de docencia, asistencia e investigación nos invita a un cambio de visión respecto a la salud y nuestras actitudes, inspirándonos a descubrir la vida como un proceso creador, y la creación como un acto espiritual. Los dos restantes son fruto de la recopilación hecha por su esposa de algunos de sus poemas: “El fuego del Amor” y “Agua y Cielo en el Sendero”.
(Más información www.davida-red.org)

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LA FELICIDAD (por Jorge Carvajal Posadas)
Adjunto os presentamos la trascripción de la charla que Jorge Carvajal impartió el pasado 21 de Febrero 2007, en el Colegio de los Agustinos de Madrid, bajo el título:

"Creer y crear reglas para reencantar la vida"

Podríamos callar, mirarnos a los ojos y sonreírnos. Podríamos encontrar en esos ojos una humanidad profunda y entrar en ese territorio de la magia que es el territorio de la vida. Podríamos creer que vivimos más allá de existir, a pesar de nuestro cáncer, a pesar de nuestro dolor.

A pesar de nuestras pequeñas miserias hay tanta grandeza en la semilla humana. Hay tanto en nosotros esperando para ser, para fructificar, para amar. Hay tanta humanidad esperándonos en las fronteras, tanta humanidad esperando un encuentro entre el Norte y el Sur, entre el Oriente y Occidente., para así encontrar ese sol del centro del ser humano.

Hay tanto en nosotros esperando revelarse, recrearse, fructificar. Somos semilla y a partir de ese potencial infinito, de ese océano interior podemos reencantar la vida. Podemos volvernos a crear y así divertirnos y gozar.

¿Y si de pronto pensáramos todos que el sentido de la vida es la felicidad? ¿Y si nos atreviéramos a ser felices? ¿Cómo sería eso? ¿Cuáles serían los ingredientes de la felicidad? ¿Si pudiéramos identificarnos con el ser que somos y no con la sombra, la apariencia o la dependencia?

¿Y si de repente volviéramos a ser lo que somos, auténticos, creadores de nuestros propios días? ¿Si pudiéramos entrar de lleno en ese río profundo de la vida que nos habita en cada instante, para encontrar en ese cauce corrientes de amor?.

¿Si pudiéramos despertar ese torrente amoroso que habita en nuestra sangre? ¿Si pudiéramos reencontrar la fuerza de nuestra propia identidad y así nos completáramos los unos a los otros? ¿Si pudiéramos como Pablo Neruda decir: "Súbete conmigo a nacer, hermano"?

¿Si pudiéramos entrar en nosotros y aceptarnos reconocernos y amarnos? Dejar de buscar a Dios en el exterior y saber que estaba allí en nosotros, esperándonos en nuestro propio corazón con su infinito potencial. ¿Si el único partido que tomáramos fuera a favor del ser humano y nuestra única religión, la religión del amor, y nuestro único método, el método de la hermandad? Descubriríamos que cada cosa, cada evento es un maestro con el alma como aprendiz.

¿Si nos bajáramos de los pedestales del orgullo, de la maestría y del materialismo de una vida repetida y nos inventáramos la vida y volviéramos a ser humildes y regresáramos a la inocencia y nuestra inocencia no fuera una inocencia ingenua, sino consciente? Entonces volveríamos a ser como niños, porque el Reino de la inocencia es el Reino de los Cielos y ese Reino está en nosotros y es un templo de relaciones.

¿Si miráramos al dolor y la enfermedad como un Maestro? ¿Si aprendiéramos la lección y más allá de la culpa y más allá de la carga pudiéramos liberar la levedad de ese aprendizaje y con esa levedad ascender?

Hay seres humanos que creyeron en imposibles y los realizaron. Ahí está Ghandi, Simón Bolívar, la Madre Teresa. Ahí están con la desnudez de su autenticidad. No tuvieron más escudo que su conciencia del amor, su corazón abierto, soñadores de imposibles que nos revelaron que los imposibles se realizan cuando creemos en nosotros. Cuando creemos en nosotros activamos el potencial de un Dios que no es externo, sino que es interior, un Dios que nos acompaña y nos da su corriente y su fuerza.

¿Es posible ser felices? Sí, es posible, a pesar del dolor, pues el dolor no es lo contrario de la felicidad. Es posible ser felices a pesar de la muerte, la muerte no es lo contrario de la vida. Es posible ser felices a pesar de la tristeza, la tristeza no es lo contrario de la alegría. La felicidad es ese sentimiento leve de compasión y de aceptación que te lleva por la vía del ser.

La felicidad es ese sentimiento incondicional en el que tú amas porque te da la gana, porque sí, porque llueve, porque hace sol; en cualquier caso sin ninguna condición. La felicidad sólo puede partir de ti. No es exterior, no depende de tu economía. La gente hoy en Europa tiene una economía dos veces superior a la de hace treinta años, pero es dos veces más infeliz. La felicidad no depende del conocimiento. El conocimiento sin corazón es totalmente destructivo, no depende de ningún reconocimiento exterior. De repente adquieres un cáncer y descubres ese estado interior desde el cuál también puedes ser feliz. La felicidad es una construcción interior, parte de un paraíso interno. El Paraíso no es ajeno, tú lo pintas y entras después en él. Tú lo creas y lo recreas.

En la felicidad no hay un Dios exterior. Tú eres a imagen y semejanza de ese Creador que habla en tu palabra, mira en tu mirada y ama con tu amor. ¿Podríamos entonces vislumbrar nuestro camino hacia la felicidad? Sí. Ese camino es un camino de retorno. Es un camino de conciencia. Es un camino que libera. No está hecho de dependencias.

Nada que te ate, nada que te amarre, nada que conduzca por la vía del placer de los sentidos, que te conduzca al poder., conduce a la felicidad. Más poder no da más felicidad, da más dependencia. Más placer no construye más felicidad. Más vivir para los sentidos hace que pierdas el sentido. La felicidad es un camino hacia el sentido, es un sendero que empieza en tu interior y termina en tu interior, cuando descubres con la física cuántica, pero también con la vivencia humana que el universo es interior. Tú eres el centro del universo cuando eres conciente de ti.


La felicidad parte de la atención y la atención es el uso fundamental de la conciencia. Cuando estás atento te centras. Cuando estás atento eres dueño de ti mismo, de tu propio potencial. Cuando estás atento generas un láser con tu propia conciencia y en esta conciencia habitas y tienes el movimiento, la vida y el ser. Cuando estás atento construyes un espacio interior pequeñito que te conecta con el infinito. Cuando estás atento construyes el instante y en ese instante eres eterno. Cuando estás atento te reconoces a ti misma y vuelves a nacer de ti mismo y eres el parto y el partero, eres el Creador, porque naces de ti y regresas a tu conciencia.

La atención es el momento más importante de la conciencia, es el momento de la creación en el que descubrimos el presente, es el tiempo de la sincronicidad, el tiempo de la resonancia. Uno nace de su propia muerte. Uno nace al presente por la renuncia al pasado, al deshipotecar la vida de los condicionamientos del pasado. Tenemos la vida hipotecada con las expectativas hacia el porvenir y entonces nos perdemos el lugar de la vida que es este instante. Este instante es sagrado porque en este instante vive el ser. Allí no hay tener, allí no hay placer, allí solamente bulle el ser y ese ser es lo que somos: potencial infinito que nos habita, Dios tan inmanente como trascendente. Ese Dios Universal se interioriza en nosotros y convierte la vida en algo mágico. Ese Dios nos humaniza y nos redime. Ese Dios permite que el reino mineral cante y baile y que el reino vegetal florezca y que el reino animal pueda sentir. Ese Dios permite que el ser humano tenga las alas del pensamiento y desde las alas del pensamiento restaure la intuición, la visión de la totalidad. Desde esa visión de la totalidad nos unimos de nuevo en el maravilloso Camino de Regreso al Creador.

El primer paso a la felicidad es la autenticidad. La autenticidad es una genuina identidad, es una identidad única, original, es la identidad que nos hace íntegros. La vida es creativa cuando es única. La vida es arte, se goza, se inventa a cada momento. Cuando eres único vives la magia del amor. El amor no se gasta, no es repetitivo, el amor no se fatiga, el amor no es rutina, ni condición. Es una fuerza magnética, atractiva que te renueva a cada instante.

Cuando te puedes renovar a cada instante eres único y entonces eres una obra de arte del Creador. Cuando eres único o única te das cuenta de que eres importante, porque eres irrepetible, porque no tienes competencia posibles, porque te sales del mundo absurdo de la competitividad, porque puedes compartir, te puedes dar y entregar sin temor a perderte y en cada dar te vas a renovar, te vas a completar y además vas a completar al otro con tus ojos, con tu abrazo, con tu palabra, con tu silencio, con tu compañía, con tu presencia. Así puedes disfrutar la vida. Primera clave para la felicidad: sé como tú; no como nadie más, único, irrepetible y original.

Da tu propia nota en la sinfonía de la creación, esa nota que es necesaria. No hay dos seres humanos como tú. El Creador te necesita y tú eres una faceta única del Creador. El Creador habita en la diversidad del mundo, su unidad está hecha de diversidad. Cuando tú no pretendes ser como nadie más que como tú, entonces descubres esa corriente hermosa del Creador dentro de ti, y entras en el mundo maravilloso de tu tierra, de tu solidez, el mundo de tu raíz, de tu savia. Cuando tú no pretendes ser como nadie entras en el lugar desde el que puedes nacer. Si no tienes ese útero que te está pariendo, que es tu propia identidad, si no te aceptas, si no te amas, si no te afirmas nada podrás encontrar. Autoafírmate que tú eres ese potencial único en el que el Creador está esperando revelarse.

Autoafírmate para que me completes, para que completes el universo, para que completes como padre al hijo y como hijo a la madre y como hermano a la humanidad. Ésa es la autoafirmación.

Ello no sería posible si no te hubieras perdonado. Lo más duro en el momento de la muerte es la culpa, no es el cáncer, no es el dolor. Lo más doloroso es el miedo al más allá, el infierno de esa falsa creencia de que hay un Dios castigador, el temor oculto de que Dios no te puede perdonar, de que no te va a perdonar. Pero Dios es amor y donde hay amor no puede haber juicio. Si Él ya te perdonó, tú también te podrías perdonar. El juicio está dentro de ti, el infierno está dentro de ti y tú lo has construido.

Sin embargo podrías construir un primer paraíso y punto de partida. La pregunta es: ¿cuentas contigo, te aprecias, te valoras, te reconoces? Ése es el primer paso en el sendero de la felicidad. Es un paso hacia el interior. Encuéntrate contigo, en tu centro, en tu corazón. Respira profundo y siente la maravilla de la vida. El sol brilla para ti, los pájaros cantan para ti y el aire y de la magia de la mañana soplan para ti. El universo celebra tu presencia cuando tú te presentas ante ti. Entonces descubres tu rostro, que no es otro que el del amor. Recuperas tu poder y entras en comunión.

Vives en alegría y levedad y ya no tienes el peso del cuerpo, de la culpa, del condicionamiento. Aceptas tus luces y tus sombras. Te aceptas como un bello crepúsculo, una bella aurora. Descubres como descubría San Agustín sincerado ante el Cristo: "Muy tarde te amé, muy tarde. Estuve lejos de Ti, pero ahora me reconozco en Ti, porque Tú eres parte de mí y estás en mi interior".

Perdimos el paraíso externo y nos fuimos por el sendero de la víctima hasta que por fin construimos una fe que ya no es externa, que se enraíza en el interior y comenzamos a confiar y confiamos en nosotros.

El punto de partida es la identidad. Sé como tú, único, original y creativo. Así vas a ser reconocido por todos, porque a todos nos vas a completar. Vas a entrar en ese universo maravilloso de sensibilidad a la necesidad. Vas a ser auténtico, vas a reconocer en ti lo esencial. Lo esencial es aquello que puedes dar, porque lo que no se da se pierde.

Vas a reconocer la nota clave de un corazón que nace y muere a cada instante. La muerte y el renacimiento del corazón es la sístole y la diástole, dura un solo segundo. En cada segundo el corazón se da entero. Si el corazón guardara una gota en cada segundo en una hora tendríamos insuficiencia cardiaca. Hermoso sería que nosotros pudiéramos atender esa ley del corazón y así en cada segundo, desde tu identidad entregar y fructificar sin medida. Ese fruto dulce de tu vida se hizo para dar.

Cuando ya tengas tu tierra y tu paraíso, multiplica tus semillas, porque así dándote se liberan y es dando como recibimos. Cuando nos damos descubrimos nuestra genuina identidad, nuestra tierra, nuestro paraíso. Cuando hay un yo aparece un tú. Entre el tú y el yo se genera un movimiento de resonancia, de comunicación coherente, de diálogo. Surge ahí una inteligencia que representa tu capacidad de adaptarte a la vida. No hay una inteligencia espiritual, separada de la inteligencia molecular. Es una inteligencia dinámica y adaptativa. Tu capacidad de adaptación a la vida.

El segundo movimiento hacia la felicidad es la adaptabilidad. Adáptate a la vida, al cambio, a la corriente. No te resistas pues produces calor, desgastas tu energía. No te recalientes. El mundo del desgaste es el mundo de la entropía. Cuando no te resistes, la vida pasa a través de ti y te refresca y te fecunda. Cuando te quedas en el territorio del yo, te limitas al crecimiento personal, al orgullo espiritual. Cuando haces mil cosas para crecer aunque nadie crezca, aunque la tierra sea un desierto, realmente vas, aunque le llames espiritualidad, por el camino del despeñadero.

Necesitas del otro para mirarte , para reconocerte para observarte en ese espejo y poder modificarte y crecer hacia un nuevo ser. Esa nueva tierra tuya ha sido fecundada por el tú, cuando el tú, cabe en el yo entonces surge la maravilla de un nosotros. Y entonces llega Él, pues ya lo dijo:"Cuando estéis dos en mi nombre, allí estaré Yo". En ese nosotros encontramos el hijo, la conciencia. En ese nosotros, en ese territorio de relación, nace la interacción.

La clave de la felicidad es un comprender. El cuerpo es un patrón de relación. Ese soporte relacional determina la calidad de tu vida. En ese territorio relacional nace la confianza. En nuestros estudios hemos comprobado que allí donde hay más confianza en los demás, en el vecino, en el de al lado, en el gobernante, en el empresario., allí donde hay más confianza porque hay más transparencia y más honestidad, hay también una mayor felicidad.

Nuestra tierra es vulnerable y puede así germinar. Nosotros somos también vulnerables y entonces nos podemos adaptar. Nuestra adaptabilidad es nuestra mejor fortaleza. Nosotros podemos airear nuestra tierra vulnerable y en ella construir el surco y en ella sembrar la semilla. Una tierra permeable se deja permear por el agua, sólo una tierra vulnerable puede dejar de ser desierto.

¿De qué esta hecha nuestra vulnerabilidad? Está hecha de flexibilidad. No tenemos que ser perfectos. Cuando somos auténticos y a la vez somos flexibles podemos germinar. Cuando la semilla de la vida, cuando el propósito del alma germinan entonces nos podemos realizar.

La segunda clave es por lo tanto humildad. La humildad es la clave del aprendizaje, sólo desde la humildad podemos abrir nuestro corazón. Sólo desde la humildad podemos sensibilizar nuestra piel, todas nuestras pieles, la piel de nuestro campo mental, de nuestro campo emocional y abrirla a la caricia del cosmos. Vulnerabilidad, humildad y flexibilidad son las claves para la nueva vida, para recuperar el poder de ser servir y de disfrutar, para convertirte en el fruto maduro de la vida. El orgullo nos impide disfrutar, porque el orgullo nos separa. El orgullo divide y destruye el territorio de la conciencia, que es el territorio del nosotros.

Dos movimientos pues hasta el presente: El yo interno que nos conduce a la autenticidad y en segundo lugar la adaptabilidad para llegarnos al tú y construir un nosotros.

Ahí viene la tercera condición para la felicidad, la más difícil de todas: la vida cambia y todo muere. No hay nada constante. Todo muere salvo el cambio. No te resistas al cambio. El cambio te introduce en una corriente de transformación y transmutación que permite al Espíritu fecundarte.

El cambio es fuerza transmutadora. No temas el caos, pues es la matriz del cambio. No temas el mal, ni la sombra pues son reveladores de la luz. No temas la noche, pues sin ella no podrías reconocer los infinitos soles que la habitan. Cuando aceptamos las transformaciones y las transmutaciones en la vida, cuando no nos resistimos a cambiar, podemos ascender en la savia de la evolución, florecer y dar nuestro fruto.

Cuando nos reconocemos, encontramos la crisis aseguradora del cambio. Vivir es un proceso de cambio permanente. Cuando tenemos crisis, la vida se bifurca y no vuelve a ser la misma. Nuestra identidad no es de fundamentos, nosotros no somos un fundamento. Nosotros somos lo significativo: el lenguaje, el sueño y la esperanza. Nosotros no somos este cuerpo, pero a través de él podemos ascender.

El cuerpo es un instrumento del ser y el ser es ese proceso de cambio permanente que nos empuja en un proceso de aprendizaje continuo. Vivir es encender un fuego interior, es convertir el conocimiento en sabiduría que nos permite desenvolvernos en un proceso de cambio permanente.

Este cuerpo no es lo que creemos, es una estructura que está al borde del caos. Primero nos ramificamos. Procedemos de un solo tronco, pero un día la vida se bifurca. ¿En qué instante tu vida no volvió a ser igual? Se trata un punto crucial, donde te crucificas y mueres para nacer a una nueva dimensión.

En el presente podemos siempre aprender del pasado. Podemos cambiar la historia aprendiendo las lecciones. Hay dos tipos de seres humanos: los aprendices y las víctimas. Tú puedes optar por una u otra vía. Puedes optar por dejar de ser víctima de tus creencias. Recuerda que ellas también pueden ser dagas o cáncer, pueden ser fatales.

Tú terminas convertido en aquello que crees de ti. Tú creas el universo en el que crees. Si tú crees que eres culpable te vas a castigar de mil maneras. Si tú crees que no eres digno, te vas a enfermar también. Podrías sin embargo mirar al pasado, con ojos de presente, de presencia y de amor, no para quedarte en el dolor de tu pasado, sino para aprender la lección que dejaste de aprender.

Todas las lecciones aprendidas te ayudan a disfrutar de la Presencia que habita en tu presente. Los problemas los podemos volver a vivir desde la conciencia y no desde la culpa o el condicionamiento. Recuperamos la plenitud de la conciencia y así liberamos el fruto de la lección. Ello cambió la historia. La historia no son fechas, sino códigos de lectura que hemos de aprender.

El problema no es lo que nos pasó, el problema es cómo vivimos lo que nos pasó. Si pudiéramos dejar el rol de la víctima, podríamos resolver esos aspectos cruciales que siguen congelados en nosotros.

Si estos puntos de muerte no los vivimos desde la actitud de la víctima se produce el renacimiento. Nosotros podemos volver a nacer. El pasado ha pasado y ahora disfruta de ese punto de partida hacia la felicidad que constituye la paz. La paz la descubrimos no exteriormente, sino en el fondo del ser.

La historia no es lo que pasó, sino la lectura que haces de ella. Si no dejas pasar a las cosas, éstas se siguen reflejando en tu fisiología, en tus relaciones, en tu vida., turbando tu felicidad.

El caos nos devuelve la sensibilidad. La mujer es más sensible. En el embarazo un embrión representa un vórtice caótico de desarrollo. Podrías gozar infinitamente más de la alegría y no sentir los dolores con otra sensibilidad. Los poetas también viven en un vórtice más caótico. Aunque no nos demos cuenta y cuando hay una conjunción planetaria, una luna llena y manchas solares., todos nos volvemos un poco caóticos. Cuando no resuelvo entro de mí ese vórtice caótico, ello va a tener una repercusión en los demás, hasta el punto de que podemos entrar en un estado de violencia.

La sensibilidad nos puede liberar o nos puede matar. Tenemos dos maneras de abordarla. Desde la posición de la víctima y entonces se convierte en lágrimas de cocodrilo, en sensiblería y nos predisponemos a la manipulación. La manipulación es el terreno de la inconsciencia. Eso no es una verdadera relación humana, pues hay posesión, chantaje.

En el terreno de la sensiblería todos somos víctima. ¡Que se acabe ese territorio de la sensiblería y el chantaje emocional y asumamos nuestra responsabilidad! Cuando nos duele la vida es que nos estamos despertando. No necesitamos tantos analgésicos. De pronto necesitamos un dolor más grande para saber lo que éramos. De pronto alguien necesita ver la cara de la muerte para constatar el valor de su vida , de su mujer, de su hijo. Tal vez tengamos que vernos en la cama de nuestro hijo que tiene una leucemia, para ver qué es una enfermedad, que no sólo tiene que ver con los glóbulos blancos, sino que tiene también que ver con la forma con la que nos comunicamos. Que no sólo tiene que ver con una radiación ionizante, sino con nuestra agresividad, con nuestro desamor. No hay nada más radiactivo que las emociones contenida, retenidas y reprimidas.

Un día nos duele la vida y la vida nos dice que también es con nosotros y nos acerca un dolor que es un despertador. Un día vemos la proximidad de la muerte y ella nos enseña las lecciones más hermosas de la vida.

Un dolor nos hace sensibles, nos ablanda. Todo fruto maduro es blando. El amor deja de ser un amor duro y dominante y casi perfecto y se convierte en ternura, entonces vuelves a nacer. La sensibilidad nos hace tiernos. Los viejecitos se vuelven tiernos y les cuentan cuentos a los nietecitos. Inician el camino de regreso, el camino de regreso es la ternura.

En el seno de todo caos renacemos. En el caos existe un vórtice de sensibilidad infinita que nos permite transformarnos. El caos nos permite emerger y con el emerger llega también la felicidad.

Crear es un parto. Si en ese potencial ordenante que hay en tu interior, tú descubres esa semilla y aprovechas la turbulencia del caos para desarrollar un proceso de cambio sin precedentes, entonces puedes emerger. Emerger es volver a nacer. El estado de emergencia es un estado de alerta intenso, un estado de genuina presencia, un estado de éxtasis. Se trata de un estado en que aún con todas las perturbaciones te encuentras contigo mismo. Paradójicamente en el ojo del huracán hay una infinita paz y adquieres un potencial infinito.

El problema no es lo que ocurra fuera. El problema es lo que ocurre dentro de ti, cuando estás dentro de ti, se desarrolla todo tu potencial trasformador. Es posible. Aún con toda la turbulencia. Que mantengas tu serenidad. La serenidad es la paz profunda del ser, es la paz inconmovible del ser, que te permite abordar los procesos de cambio sin resistirte a ello.

He ahí la tercera vía a la felicidad: no te resistas al cambio. Aprovecha la oportunidad de cada crisis. Utiliza tu infinita sensibilidad. Aprovecha las oportunidades que te brinda la vida para acceder a un nuevo potencial. Aprovecha la bifurcación cuando la vida no vuelve a ser igual. Aprovecha las semillas que la vida siembra en tu corazón, cuando la vida te duele profundamente. Aprovecha el parto del caos para nacer a un orden superior y así recreas y reinventas tu vida, y así descubres una nueva identidad.

La cuarta vía a la felicidad es la responsabilidad. La responsabilidad es una sensibilidad humanizada. A un perro, a un gato no le podemos pedir responsabilidad, pero sí a un ser humano. Responsabilidad es una sensibilidad convertida en capacidad de responder. Tu evolución está determinada por tu grado de responsabilidad.

¿A qué respondes? ¿Respondes por tus actos, respondes por ti? ¿Respondes al dolor ajeno? La responsabilidad es una condición esencial del amor. El amor sin responsabilidad es lo más peligroso que hay en este mundo. En nombre del amor hemos cometido las mayores barbaridades.

La responsabilidad hace que el amor sea una verdadera respuesta a la felicidad. Responder en términos humanos es reconocer la necesidad. El amor es reconocer lo esencial del otro y volcarnos a satisfacer esa necesidad desde nuestra propia sensibilidad. La responsabilidad nos permite comunicarnos y corresponder. El amor nos lleva a un universo maravilloso de correspondencias.

Empiezas a liberarte cuando eres capaz de responder al hermano, al amigo, a la esposa, al hijo; cuando eres capaz de acompañar y morir en el otro y con el otro. Todo verdadero amor surge de la amistad y toda genuina amistad es reciprocidad, es una vía que va en dos direcciones. Donde hay reciprocidad hay resonancia, donde hay correspondencia hay correctas relaciones humanas. Esa es la más maravillosa lección que vinimos a aprender: correctas relaciones humanas. En ello somos todos aprendices.

Vinimos a aprender a relacionarnos. No vinimos a aprender a ser ingenieros o abogados. Esos son instrumentos para relacionarnos. El hombre es un ser relacional y vinimos fundamentalmente a aprender relaciones humanas respetuosas, responsables, liberadoras. No son relaciones sociales para retenernos, para poseernos, para chantajearnos. Lo son para liberarnos, para completarnos.

Así transformamos la ecología de la Tierra, que no es una ecología externa. Lo que le pasa a la Tierra es lo que le está sucediendo al corazón del hombre. Si yo abro mi corazón, abro la tierra dentro de mí. Si yo amo a mi hijo, amo a la tierra, al paisaje y la atmósfera. Y si amo con un amor puro no voy a contaminarme. El resentimiento es el agente contaminante.

El amor liberador existe en la reciprocidad responsable. Amar es dar y recibir. Hay más sabiduría en el saber recibir. A menudo nos negamos a recibir el regalo de la sonrisa, de la mirada del otro, por no comprometernos, por no quedar en deudas. Necesitamos infinitas deudas de amor como vía a la felicidad. La gratitud es esa habilidad que revela tu propia luz.

La quinta y última vía a la felicidad es la sencillez. Lo bello, lo bueno, lo verdadero es sencillo. Sólo lo sencillo es integro, sólo lo que es integro nos conduce a la unidad. La sencillez es transparencia, claridad, es humildad, honestidad. Nos permite bajar del pedestal y entrar en la corriente de la gente.

Conquistar el código de la sencillez en tu vida te lleva a ser feliz. No se trata de ser el gigante de tus sueños, ni el enano de tus complejos, sino de entrar en la corriente de la gente y sentirte uno con todos ellos. Conquistar el código de la sencillez en tu vida es condición para ser feliz, porque no tienes ninguna expectativa, porque así eres feliz con todo y a pesar de todo. Esa felicidad te hace entrar en comunión con tu humanidad. En esa comunión nos damos cuenta que somos la voz del Creador, que a la vez somos cocreadores, llamados a recrear la creación.

Estamos aquí para conectarnos a la gran cadena de la vida, a esa gran cadena de inteligencia cósmica, río de conciencia. Somos mediadores entre los reinos inferiores y superiores de la naturaleza.

Cuando somos sencillos somos como ella, la Amada y la Amada en nosotros es el Alma. Cuando somos sencillos reflejamos el Alma, no para la vida eterna, sino para aquí y ahora en vivo y en directo. Somos un sencillo templo de sabiduría donde oficia el Alma. El Alma oficia el ritual del amor que nos permite entrar en comunión. Ya no sólo comunicarnos, sino fundirnos por el centro, de corazón a corazón y así entrar en esa corriente de la evolución que pasa a través de nosotros para liberarse.


21 de Marzo de 2007
Colegio de los Padres Agustinos
Madrid



Entrevista a JORGE CARVAJAL: ¿Qué enferma primero, el cuerpo o el alma?, por María Campos


jorgecarvajal

La Autenticidad nos Hace Seres Felices

La sintergética es por sobre todo un método para servir, para liberar lo mejor de nuestro potencial, para encontrar ese médico interior -ese sanador que hay en cada uno de nosotros- para encontrar y revelar lo mejor del potencial humano y ponerlo en acción.

Cirujano de almas, sanador espiritual, médico auténtico que escucha a sus pacientes con el corazón y que cura no sólo al cuerpo, sino también al Ser. Jorge Carvajal lleva 20 años de investigación médica, que complementa con su profunda filosofía de la vida, para ayudarnos a reencontrar nuestra verdadera identidad y recuperar nuestra salud, que es la salud de la humanidad.

¿Qué es la enfermedad?

Es un maestro, una oportunidad para organizar una armonía superior en nuestra propia vida, a nivel físico, emocional, mental y espiritual.

¿Qué enferma primero, el cuerpo o el alma?

El alma no puede enfermar, porque es lo que hay perfecto en ti, el alma evoluciona, aprende. En realidad, buena parte de las enfermedades son todo lo contrario: son la resistencia del cuerpo emocional y mental al alma. Cuando nuestra personalidad se resiste al designio del alma es cuando enfermamos.


La Salud y Las Emociones

¿Hay emociones perjudiciales para la salud? ¿Cuáles son las que más nos perjudican?
Un 70 por ciento de las enfermedades del ser humano vienen del campo de conciencia emocional. Las enfermedades muchas veces proceden de emociones no procesadas, no expresadas, reprimidas. El temor, que es la ausencia de amor, es la gran enfermedad, el común denominador de buena parte de las enfermedades que hoy tenemos. Cuando el temor se queda congelado afecta al riñón, a las glándulas suprarrenales, a los huesos, a la energía vital, y puede convertirse en pánico.

¿Nos hacemos los fuertes y descuidamos nuestra salud?
De héroes están llenos los cementerios. Te tienes que cuidar. Tienes tus límites, no vayas más allá. Tienes que reconocer cuáles son tus límites y superarlos porque si no los reconoces, vas a destruir tu cuerpo.

¿Cómo nos afecta la ira?
La ira es santa, es sagrada, es una emoción positiva porque te lleva a la autoafirmación, a la búsqueda de tu territorio, a defender lo que es tuyo, lo que es justo. Pero cuando la ira se vuelve irritabilidad, agresividad, resentimiento, odio, se vuelve contra ti, y afecta al hígado, la digestión, el sistema inmunológico…

¿La alegría por el contrario nos ayuda a estar sanos?
La alegría es la más bella de las emociones porque es la emoción de la inocencia, del corazón, y es la más sanadora de todas, porque no es contraria a ninguna otra. Un poquito de tristeza con alegría escribe poemas. La alegría con miedo nos lleva a contextualizar el miedo y a no darle tanta importancia.

¿La alegría suaviza el ánimo?
Sí, la alegría suaviza todas las otras emociones porque nos permite procesarlas desde la inocencia. La alegría pone al resto de las emociones en contacto con el corazón y les da un sentido ascendente. Las canaliza para que lleguen al mundo de la mente.

¿Y la tristeza?
La tristeza es un sentimiento que puede llevarte a la depresión cuando te envuelves en ella y no la expresas, pero también puede ayudarte. La tristeza te lleva a contactar contigo mismo y a restaurar el control interno. Todas las emociones negativas tienen su propio aspecto positivo, las hacemos negativas cuando las reprimimos.

¿Es mejor aceptar esas emociones que consideramos negativas como parte de uno mismo?
Como parte para transformarlas, es decir, cuando se aceptan fluyen, y ya no se estancan, y se pueden transmutar. Tenemos que canalizarlas para que lleguen desde el corazón hasta la cabeza.

¡Qué difícil!
Sí, es muy difícil. Realmente las emociones básicas son el amor y el temor (que es ausencia de amor), así que todo lo que existe es amor, por exceso o defecto. Constructivo o destructivo. Porque también existe el amor que se aferra, el amor que sobreprotege, el amor tóxico, destructivo.

¿Cómo prevenir la enfermedad?
Somos creadores, así que yo creo que la mejor forma es creando salud. Y si creamos salud no tendremos ni que prevenir la enfermedad ni que atacarla, porque seremos salud.

¿Y si aparece la enfermedad?
Pues tendremos que aceptarla porque somos humanos. También enfermó Krishnamurti de un cáncer de páncreas y no era nadie que llevara una vida desordenada. Mucha gente muy valiosa espiritualmente ha enfermado. Debemos explicarlo para aquellos que creen que enfermar es fracasar. El fracaso y el éxito son dos maestros, pero nada más. Y cuando tú eres el aprendiz, tienes que aceptar e incorporar la lección de la enfermedad en tu vida.

Cada vez más personas sufren ansiedad…
La ansiedad es un sentimiento de vacío, que a veces se vuelve un hueco en el estómago, una sensación de falta de aire… Es un vacío existencial que surge cuando buscamos fuera en lugar de buscar dentro. Surge cuando buscamos en los acontecimientos externos, cuando buscamos muletas, apoyos externos, cuando no tenemos la solidez de la búsqueda interior. Si no aceptamos la soledad y no nos convertimos en nuestra propia compañía, vamos a experimentar ese vacío y vamos a intentar llenarlo con cosas y posesiones. Pero como no se puede llenar con cosas, cada vez el vacío aumenta.

¿Y qué podemos hacer para liberarnos de esa angustia?
La angustia no se puede pasar comiendo chocolate, o con más calorías, o buscando un príncipe azul afuera. La angustia se pasa cuando entras en tu interior, te aceptas como eres y te reconcilias contigo mismo. La angustia viene de que no somos lo que queremos ser, pero tampoco lo que somos, entonces estamos en el “debería ser”, y no somos ni lo uno ni lo otro.

El estrés es otro de los males de nuestra época…
El estrés viene de la competitividad, de que quiero ser perfecto, quiero ser mejor, de que quiero dar una nota que no es la mía, de que quiero imitar.

Y realmente sólo se puede competir cuando decides ser tu propia competencia, es decir, cuando quieres ser único, original, auténtico, no una fotocopia de nadie. El estrés destructivo perjudica el sistema inmunológico. Pero un buen estrés es una maravilla, porque te permite estar alerta y despierto en las crisis, y poder aprovecharlas como una oportunidad para emerger a un nuevo nivel de conciencia.

¿Qué nos recomendaría para sentirnos mejor con nosotros mismos?
La soledad. Estar con uno mismo cada día es maravilloso. Estar 20 minutos con uno mismo es el comienzo de la meditación; es tender un puente hacia la verdadera salud; es acceder al altar interior, al ser interior. Mi recomendación es que la gente ponga su despertador 20 minutos antes para no robarle tiempo a sus ocupaciones. Si dedicas, no el tiempo que te sobra, sino esos primeros minutos de la mañana, cuando estás fresco y descansado, a meditar, esa pausa te va a recargar, porque en la pausa habita el potencial del alma.

¿Qué es para usted la felicidad?
Es la esencia de la vida. Es el sentido mismo de la vida, encarnamos para ser felices, no para otra cosa. Pero la felicidad no es placer, es integridad. Cuando todos los sentidos se consagran al ser, podemos ser felices. Somos felices cuando creemos en nosotros, cuando confiamos en nosotros, cuando nos encomendamos transpersonalmente a un nivel que trasciende el pequeño yo o el pequeño ego. Somos felices cuando tenemos un sentido que va más allá de la vida cotidiana, cuando no aplazamos la vida, cuando no nos desplazamos a nosotros mismos, cuando estamos en paz y a salvo con la vida y con nuestra conciencia.

Vivir el Presente

¿Es importante vivir en el presente? ¿Cómo lograrlo?
Dejamos ir el pasado y no hipotecamos la vida a las expectativas de futuro cuando nos volcamos en el ser y no en el tener. Yo me digo que la felicidad tiene que ver con la realización, y ésta con la capacidad de habitar la realidad. Y vivir en realidad es salir del mundo de la confusión.

¿Tan confundidos estamos, en su opinión?
Tenemos tres ilusiones enormes que nos confunden. Primero creemos que somos un cuerpo y no un alma, cuando el cuerpo es el instrumento de la vida y se acaba con la muerte. Segundo, creemos que el sentido de la vida es el placer; pero a más placer no hay más felicidad, sino más dependencia. Placer y felicidad no es lo mismo. Hay que consagrar el placer a la vida y no la vida al placer. La tercera ilusión es el poder; creemos tener el poder infinito de vivir.

¿Y qué necesitamos realmente para vivir?, ¿acaso el amor?
El amor, tan traído y tan llevado, y tan calumniado, es una fuerza renovadora. El amor es magnífico porque crea cohesión. En el amor todo está vivo, como un río que se renueva a sí mismo. En el amor siempre uno puede renovarse, porque todo lo ordena.

En el amor no hay usurpación, no hay desplazamiento, no hay miedo, no hay resentimiento, porque cuando tú te ordenas porque vives el amor, cada cosa ocupa su lugar, y entonces se restaura la armonía. Ahora, desde la perspectiva humana, lo asimilamos con la debilidad, pero el amor no es débil.

Nos debilita cuando entendemos que alguien a quien amamos no nos ama…
Hay una gran confusión en nuestra cultura. Creemos que sufrimos por amor, que nuestras catástrofes son por amor… pero no es por amor, es por enamoramiento, que es una variedad del apego. Eso que llamamos habitualmente amor es una droga. Igual que se depende de la cocaína, la marihuana o la morfina, también se depende del enamoramiento. Es una muleta para apoyarse, en vez de llevar a alguien en mi corazón para liberarlo y liberarme. El verdadero amor tiene una esencia fundamental que es la libertad, y siempre conduce a la libertad.

Pero a veces nos sentimos atados a un amor…
Si el amor conduce a la dependencia es eros. Eros es un fósforo, y cuando lo enciendes se te consume rápidamente, en dos minutos ya te quemas el dedo. Hay muchos amores que son así, pura chispa. Aunque esa chispa puede servir para encender el leño del verdadero amor. Cuando el leño está encendido produce el fuego, Ese es el amor impersonal, que produce luz y calor.

¿Puede darnos algún consejo para alcanzar el amor verdadero?
Solamente la verdad. Confía en la verdad; no tienes que ser como la princesa de los sueños del otro, no tienes que ser ni más ni menos de lo que eres. Tienes un derecho sagrado, que es el derecho a equivocarte; tienes otro, que es el derecho a perdonar, porque el error es tu maestro. Ámate, sincérate y considérate. Si tú no te quieres, no vas a encontrar a nadie que te pueda querer. El amor produce amor. Si te amas, vas a encontrar el amor. Si no, vacío. Pero nunca busques una migaja; eso es indigno de ti.

La clave entonces es amarse a sí mismo.
Y al prójimo como a ti mismo. Si no te amas a ti, no amas a Dios, ni a tu hijo, porque te estás apegando, estás condicionando al otro. Acéptate como eres; lo que no aceptamos no lo podemos transformar, y la vida es una corriente de transformación permanente.

Entrevista aparecida originalmente en Psicología Práctica, 118.

Jorge Carvajal, es médico de la Universidad de Antioquia, pionero de la Medicina Bioenergética en Hispanoamérica y creador de la Sintergética. Es el creador de ViaVida, sociedad destinada a la investigación, la asistencia y la docencia, que constituye la plataforma para la expansión mundial de esta nueva forma de ver la medicina. Entre sus publicaciones, destacan Contextos de Sintergética y Láser y Sintergética, dirigidos a médicos; Por los caminos de la Bioenergética, Por los Senderos del Alma y sus recopilaciones de poemas El fuego del Amor y Agua y Cielo en el Sendero.

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Oración del discípulo

Me comprometo solemnemente a cumplir mi parte;

Con firme decisión y decidida aspiración.

No soñar ni descansar.

Trabajar, Servir, Orar.

Mirar arriba, ayudar abajo.

Ascender a la cruz de la conciencia,

Hollar el sendero.

Olvidar del trabajo realizado,

Pasar sobre mi yo vencido.

Renunciar a todo tipo de recompensa,

Esforzarme y matar el deseo.

Aprender la lección del dolor que revela el Alma.

Que así sea, y desde mi Alma, pueda cumplir mi parte.

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Mantram  De la Unificación

Todas las almas son una, y yo soy uno con ellas;

Busco amar, no odiar

Busco servir, no exigir servicio

 Busco curar, no herir

Que el dolor traiga la debida recompensa de Luz y de Amor

Que el Alma controle la forma externa, la vida y todos los acontecimientos,

Y revele el Amor que subyace en todo lo que sucede…

Que lleguen la Visión y la Intuición;

  Que se revele el futuro

Que cesen las divisiones externas

Que la unidad interna sea demostrada

Que prevalezca el Amor

Que todos los hombres amen…


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Mantram  De la Unificación

Todas las almas son una, y yo soy uno con ellas;

Busco amar, no odiar

Busco servir, no exigir servicio

Busco curar, no herir

 

Que el dolor traiga la debida recompensa de Luz y de Amor

Que el Alma controle la forma externa, la vida y todos los acontecimientos,

Y revele el Amor que subyace en todo lo que sucede…

 

Que lleguen la Visión y la Intuición;

  Que se revele el futuro

Que cesen las divisiones externas

Que la unidad interna sea demostrada

Que prevalezca el Amor

Que todos los hombres amen…

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REGLAS DEL SENDER0

“El camino debe recorrerse a la plena luz del día que proyectan sobre el Sendero Aquellos  que saben y dirigen. Nada puede ocultarse, y en cada vuelta de ese camino el hombre debe enfrentarse a sí mismo”

En el camino lo oculto queda revelado. Cada uno ve y conoce la villanía del otro. Sin embargo, a pesar de esa revelación no es posible  volver atrás, despreciar a los demás, ni vacilar en el camino. El camino penetra el día”

“El camino no se recorre solo. No hay prisas. Sin embargo no hay tiempo que perder. Cada peregrino, sabiéndolo acelera sus pasos, hallándose rodeado por sus semejantes. Algunos logran pasar adelante, él los sigue. Otros caminan detrás, él marca el paso. Pero no camina solo.”

Tres cosas debe evitar el peregrino. Ponerse un capuchón o velo que oculte su rostro a los demás, llevar un cántaro de agua que sólo contenga agua suficiente para sus propias necesidades y un báculo únicamente para sí.”

“Cada peregrino en el Camino debe llevar consigo lo necesario; un recipiente con fuego para dar calor a sus semejantes; una lámpara que arroje luz sobre su corazón, a fin de que sus semejantes puedan ver la naturaleza de su vida oculta; una bolsa de oro que no ha de esparcir en el Camino, sino compartir con otros; una ánfora sellada en la que lleva todas sus aspiraciones a fin de ofrecerlas a Aquel que espera en el portal para darle la bienvenida”

“Cuando el peregrino recorre el Camino debe tener el oído atento, la mano dadivosa, la lengua silenciosa, el corazón casto, la voz de oro y el ojo abierto que ve la luz. Sabe que no camina solo”

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